Hace un tiempo, una buena amiga, me regaló una insignia en la que estaban grabados cuatro pictogramas japoneses; 一 期 一 会, – (Ichigo – ichi-e), su traducción al castellano es; una vida, un encuentro. Pensamiento atribuido al maestro ceremonial del té; Sen no Rikyū.
El maestro, nos aconseja ser conscientes del momento en el que vivimos, centrar nuestra atención en ese instante, plenamente. Es una ocasión única que no volverá a repetirse.
Como ocurre con otros pensamientos filosóficos, su traslación a la vida cotidiana dependerá no solo del sentido que le otorguemos, también de nuestras creencias, preocupaciones, intereses y, ¿porque no?, del grado de madurez alcanzado.
Sen no Rikyū, nos muestra una manera de apreciar los diferentes momentos de nuestra vida, especial perspectiva que se relaciona con el Budismo Zen.
El budismo es una religión para unos, y una filosofía para otros, pero en todo caso, nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el mundo y todo aquello que lo integra.
Adentrarse en la práctica del Budismo Zen no resulta fácil, las personas interesadas acuden a maestros, asesores y orientadores de todo tipo, que localizados en las redes sociales o, en centros especializados, instruyen en técnicas y prácticas diversas: meditación, yoga, control de la respiración, ayuno, etc., con ello, es posible alcanzar cierto grado de virtud transcendente, purificar la mente, encontrar la paz interior y la felicidad, esto es lo que nos dicen.
He asistido a conferencias, leído libros, visitado centros y webs especializadas, como es natural, he encontrado de todo, personas que te ofrecen su ayuda desinteresadamente, y otras que viven de ello.
Recuerdo en una ocasión en la que buscaba información sobre Mindfulnes, pues en esos días, estaba trabajando en un programa de intervención socioeducativo en el que deseaba incorporar prácticas de atención plena, (en anteriores publicaciones os he escrito sobre ello). Había accedido a algunas investigaciones que relacionaban los efectos beneficiosos del Mindfulness en la salud cognitiva.
Solicité consejo a un maestro de la filosofía Zen localizado en un centro cercano y tras una breve conversación, le esbocé mi interés por el tema. Me aconsejó que me desprendiera de las ataduras que, como la basura, contaminan mi mente, y este, según él, era el principio del camino hacia la iluminación, imprescindible para trabajar la atención plena. Para lograrlo, me invitó a matricularme en sus talleres.
Supongo que desprenderme de mis ataduras mentales (basura como las calificó), significaba renunciar a mis convicciones, valores y aprendizajes, no estoy seguro de ello, pues me decepcionó su consejo tan radical. La verdad, renunciar a todo lo que sé y lo que soy para articular un proyecto de intervención, me resultó excesivo, así que busqué información en otro lugar.
Pero es cierto, (ello lo aprendí durante el transcurso de mi estudios universitarios), la forma de entender la vida y lo que sucede a nuestro alrededor, está condicionado por el proceso de socialización al que se nos expone desde el nacimiento. Fenómeno que como sabéis fue descrito por E. Durkheim (1897)
Nuestra identidad social, nuestros valores, comportamientos y sesgos, responden a toda una serie de reglas socioculturales que hemos interiorizado e integrado en nuestras vidas, en eso consiste la socialización, el acatamiento de la normas y patrones de comportamiento consensuados en nuestro contexto social vivencial. Acatamiento o exclusión. En definitiva, son imposiciones sobrevenidas que de ningún modo implica no poder cuestionarlas o cambiarlas.
Cuando mostramos nuestra disconformidad con estos convencionalismos, se nos pueden tildar de reaccionarios y ello, puede suponer pagar un alto precio, pero muchos/as lo hacen, y cambian las reglas.
El apego a la cultura y a las raíces no es basura, no implica inflexibilidad ni renuncia a la lucha por un mundo más justo y equilibrado. Imaginar que hemos alcanzado la suficiente sabiduría para despreciar otros modos culturales, pensar que fuera de nosotros solo existe oscuridad, responde a una característica propia de etnocentrismo, una muestra de soberbia que indica que la sabiduría se encuentra en otro lugar.
Ichi-go ichi-e; vivir el presente, sentirlo como una experiencia única, resulta una enseñanza valiosa. Cuando cobras consciencia de que lo importante es lo que está sucediendo en el instante, comprendes que la verdad no es concepto estático e inamovible. No podemos apropiarnos de él. La perfección no existe en un mundo imperfecto, como lo es el nuestro, los seres humanos somos apenas un suspiro en este espacio temporal y más pronto que tarde, volveremos a nuestra esencia primogénita, la nada.
Yo procuro caminar sin pisar fuerte la tierra por la que discurro, no deseo que mis huellas dejen cicatrices en los caminos que otros andarán después de mi. Una vida, un encuentro, una oportunidad para entender, aceptar y compartir.
Cuidaros!!
Si lo deseáis, podéis consultar bibliografía. Os adjunto alguna:
Altarejos, F., & Moya García-Montoto, A. (2003). Del relativismo cultural al etnocentrismo (y vuelta). ESE. Estudios sobre educación. Disponible en: https://redined.educacion.gob.es/xmlui/bitstream/handle/11162/45595/01520103000187.pdf?sequence=1
Durkheim, E. (1987). La división del trabajo social (Vol. 39). Ediciones Akal.
Han, B. C. (2015). Filosofía del budismo zen. Herder Editorial. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=0AOIDwAAQBAJ&oi=fnd&pg=PT1&dq=Filosofia+Zen&ots=gZQtwprXKk&sig=Q3gFhu5mWDsyaqtVjOzYSgahW5g#v=onepage&q&f=false
Wulan, S. (2021). The Philosophy of Wabi-Sabi on Chashitsu Tai-an Myokian Shrine: A John Fiske’s Semiotic Analysis. Japanese Research on Linguistics, Literature, and Culture, 3(2), 157-165. Disponible en: http://publikasi.dinus.ac.id/index.php/jrllc/article/view/4642/pdf_1
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