En una ocasión, hace muchos años, conversando con Antonio un amigo de juventud, me habló de su último viaje a Birmania. En ese país visitó el templo Budista de Shwedagon.
Aún estaba maravillado por la magnificencia de la Estupa que según me contó, conserva algunas reliquias de Buda. Es el templo budista más sagrado de Birmania, recubierto de láminas de oro y miles de personas en peregrinación.
Mi amigo ha visitado muchos templos, ha viajado a Nepal, China, India, Tailandia y a otros países orientales y siempre que tiene la oportunidad, me relata los aprendizajes adquiridos en esos lugares.
En una de esas conversaciones me recomendó que hiciese lo mismo, tomar un año sabático y visitar esos países, impregnarme de su cultura y tomarme las cosas con calma (aunque yo suelo ser bastante calmado y reflexivo desde muy joven), pero bien, por distintas razones nunca emprendí ese viaje. En aquellos años estaba inmerso en mis estudios y convaleciente de distintas intervenciones quirúrgicas en mi pierna poliomielitica. Pero, ¿por qué no decirlo?, mis intereses eran otros.
Hoy, transcurridos más de cuarenta años desde esa conversación, han sucedido tantas cosas en mi vida que mis inquietudes e intereses los he ido acomodando a mi edad y situación personal. Es cierto que mis valores los sigo teniendo muy arraigados, apenas han variado, pero, he experimentado un proceso de crecimiento personal que me ha permitido ser más comprensivo con otras costumbres y modos de vida.
Debo reconocerlo, a día de hoy no he visitado esos lugares que me recomendó mi amigo Antonio, otros compromisos y obligaciones siguen siendo prioritarios en mi vida, quizás, sigo sin tener especial interés por emprender esos viajes.
Al igual que mi amigo Antonio, otras personas consideran que la sabiduría se encuentra en los templos ubicados en esos países, lugares de paz que invitan a la introspección personal.
Yo no cuestiono ese pensamiento, pues estoy convencido que allí se puede encontrar la paz y felicidad que algunos persiguen, aunque puedo asegurar que también está en otros lugares muy cercanos.
Aun no habiendo emprendido tan largos viajes, si me he adentrado en cientos de templos edificados sobre firmes pilares de sabiduría. Templos no de piedra blanca labrada, ni recubiertos de laminas de oro, son de hueso y carne, humildes y cercanos.
Muchos de ellos, llenos de luz, de interiores frescos y luminosos en los que puedes calmar tu sed y descansar el tiempo necesario y después continuar con tu camino. En ellos, no nunca te faltan palabras amables y aliento.
Pero también, es cierto, me he adentrado en otros de exteriores brillantes que pretenden destacar del resto. Edificios adornados con piedras preciosas y fragancias que te atraen hacia su anterior.
Confundido, he penetrado en sus interiores y me he encontrado con salas amplias pero oscuras, ningún lugar habilitado para descansar pues se espera que partas pronto, sin manchar nada. Su agua tibia, está depositada en vasijas de oro pulido que está prohibido tocar. El pan es el sobrante, destinado a la limosna es tan duro que apenas puedes masticar.
Si, he viajado por lugares cercanos y adentrado en cientos de lugares sagrados revestidos de hueso y carne. Sin buscarlo, he encontrado en sus interiores la sabiduría y la paz pintadas en sus paredes, no cuentan con oro ni lujos, solo ofrecen comprensión el amor.
Cerca, muy cerca.
Cuidaros!!
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