Expertos y sabios de una u otra disciplina, en todo lugar y a cualquier hora, nos informan e instruyen sobre los sucesos que dentro y fuera de nuestras fronteras, se suceden sin solución de continuidad.
Periodistas, políticos, cocineros, doctores, catedráticos, actores, meteorólogos, novelistas, viajeros, caminantes y escribientes, nos relatan los diferentes ambientes humanos y pretenden alumbrarnos con sus conocimientos y experiencias.
El murmullo incesante de sus voces y una persistente tinnitus que me acompaña desde hace años, están presentes en mi cotidianidad pues ocupan en toda integridad, la logoesfera de mis contextos de desarrollo. Lo social, lo cultural, lo económico, lo espiritual…, todo lo humano y lo natural, invadido por el poder mediático y económico de unos pocos que, parecen muchos.
Pocas de esas voces, despiertan mi interés, quizás, el transcurso de los años me ha hecho más selectivo y escéptico, o simplemente, estoy cansado. No lo sé, pero lo cierto es que apenas -aunque lo intento-, puedo prestarles atención unos instantes. Sus argumentos y mensajes suelen aburrirme rápidamente.
Más que prestar atención a sus voces, me entretengo observándolos, especialmente cuando guardan silencio. Escudriño sus reacciones ante las exégesis de la cotidianidad de sus contertulios. Es en esos momentos, en mi intento de interpretar los gestos de sus rostros, discernir la razón de sus poses asertivas o rechazo, es precisamente en este ejercicio inquisidor, cuando ejercen una mayor influencia sobre mi.
Busco resquicios de sabiduría en sus silencios más que en sus argumentos. Lo reconozco, en ocasiones, sus silencios y aspavientos logran despertar mi interés.
Observo el sufrimiento humano, procuro no dejarme manipular e intento comprender. Mis inquietudes, mi dolor y también mi rabia, a pocos de esos importa, pero esto me hace más fuerte y libre, pues no tengo que rendirles cuentas.
Escribo sobre lo que siento, de la vida y sus sucesos que se descubre ante mi sin filtros de uno u otro color. Metal forjado con fuego en algún lugar, adornado con la herrumbre del tiempo que transcurre inexorablemente, y trasciende al herrero creador. Bella o fea, vieja o novedosa, en todo caso, valiosa por si sola.
Cuidaros!!
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