Una de las herramientas valiosas de las que dispone la educación social, es la historia de vida. Mediante su proceso de elaboración nos adentramos en las vidas de las personas realizando un ejercicio comprensivo de la subjetividad de las vivencias descubiertas y su relación con el contexto sociocultural. Ello es especialmente útil en nuestro trabajo pues, es a partir de este momento cuando se nos posibilita la articulación de un modelo socioeducativo adaptado a las singularidades específicas de las personas con las que trabajamos.
Como referiré más adelante, adentrarnos en la memoria de los otros, supone también, hacerlo en la memoria colectiva y social de su contexto de desarrollo, nos imbuimos de la fenomenología simbólica y peculiaridades específicas que los definen.
Si nuestro proceso investigador se realiza adecuadamente, podremos valorar, comprender y explicar el significado que los protagonistas otorgan a sus propias experiencias vitales, emergiendo juicios de valor, opiniones, y modelos de comportamientos, lo que nos ayudará en la articulación de procesos de acompañamiento reparadores específicos.
De lo anterior podemos desprender que, trabajando con historias de vida, los educadores sociales realizamos un ejercicio de interiorización en el complejo mundo de las relaciones humanas, importante para el entendimiento de pensamientos, normas sociales y valores que determinan el comportamiento.
Además, como apunta Rivas Flores (2009) en su obra: “Narración, conocimiento y realidad. Un cambio de argumento en la investigación educativa. Voz y educación…”: “los relatos de historias de vida, nos permiten reflexionar respecto a nuestra propia la labor educativa y formarnos como profesionales”, cuestión que me parece especialmente interesante.
Pero, ¿qué es una historia de vida?, aunque existen diferentes definiciones interpretativas y metodologías de trabajo, Pujadas (1992) realiza una definición que me resulta muy cercana: “la historia de vida se puede definir como; un relato autobiográfico, que obtenido por el investigador mediante la realización de entrevistas sucesivas, muestra el testimonio subjetivo de una persona que recogen los acontecimientos y las valoraciones que esta persona realiza de su propia existencia”.
De la definición de Pujadas podemos deducir que mediante la interpretación de la oralidad expresada por la persona, es posible explicar cualitativamente los fenómenos sociales y culturales, pues en este proceso narrativo, no solo se describen los acontecimientos evocados, también las percepciones subjetivas que de manera implícita integran conocimientos, saberes, valores y visión del mundo del protagonista.
Las historias de vida como método de investigación sociológico, se usaron por vez primera en la Universidad de Chicago. Los sociólogos Florián Witold Znaniecki y William I. Thomas publicaron en 1918 el estudio: El Campesino polaco en Europa y América (1918), investigación que fue la base para la sociología observacional moderna.
Este estudio se sustentó en documentos de carácter personal: epístolas, material autobiográfico, fotografías, recibos de compras, etc., estos documentos permitían elaborar perfiles de comportamientos e intereses, además se consideraron las percepciones, definiciones y actitudes de las personas investigadas. Esta nueva metodología de investigación, contribuyó en la formulación de un nuevo paradigma de investigación; el interaccionismo simbólico, posibilitando ahondar en la comprensión de los contextos sociocomunitarios.
Es importante destacar que, al otorgar el protagonismo del relato a las personas estudiadas, se evidenció el hecho y el sentido social desde una perspectiva personal, así, fueron estas, y no los investigadores, los que determinaron la veracidad de las situaciones relatadas y sus consecuencias subyacentes. Escuela de Chicago (1915-1940).
Las historias de vida permiten hacer visibles los derroteros vitales de hombres y mujeres corrientes que de vidas sencillas, manifiestan en sus relatos experiencias evocadas, momentos significantes impregnados de subjetividad, por ello, cobran una mayor relevancia pues trascienden de la mera exposición memorística. Los juicios de valor, opiniones sentimientos y contradicciones muestran al ser humano en toda su complejidad.
No obstante, el investigador deber ser riguroso, los recuerdos evocados deben ubicarse en su correcto espacio temporal, en ocasiones la pérdida de memoria dificulta trazar en su integridad la línea del tiempo de la vida, estos huecos deben llenarse, para ello el soporte familiar, los amigos, contactos y referencias resultan imprescindibles.
Es importante que historia de vida resultante de la investigación etnográfica, sea reconocida por el protagonista, los elementos simbólicos, deben representar de manera perceptible la realidad vivida. Sus rasgos definitorios deberían poder asociarse al convencionalismo social que refleja el relato, solo así es posible garantizar su coherencia y fiabilidad.
Algunos autores recomiendan cierto distanciamiento entre la persona estudiada y el investigador, en mi caso, no deseo establecer estas barreras, entiendo que adentrarme en la memoria de otro ser humano, requiere de cierta dosis de complicidad interesada. Debo aclarar que no preciso compartir valores ni modelos de comportamiento, solo comprenderlos, ello me permite articular -en su caso-, herramientas socioeducativas perfiladas.
El ejercicio de un adecuado grado de neutralidad es importante para evitar contaminar el relato nuestras propias percepciones subjetivas, pero la neutralidad para mi, no significa distanciamiento, en todo caso, abstenerse de entrar en controversias ideológicas.
Con las historias de vida obtenemos una amplia visión de como se construye el conocimiento, en nuestro caso; socioeducativo. Además, podemos relacionar elemento subjetivo de las experiencias con su contexto social, con la comprensión y el entendimiento podemos teorizar respecto a las fórmulas y ejercicios de acompañamiento.
No es fácil el trabajo del investigador, la interpretación de los contenidos es en ocasiones, compleja, ¿cómo transcribir las cargas ideológicas, percepciones y valores del protagonista?, requiere de experiencia, paciencia y cierta orientación humanista. Consideremos que las historias de vida se enriquecen cuando relatan no solo hechos y pensamientos, también cuando son un reflejo de la persona en toda su integridad. Quizás la revalorización de su existencia ante los demás, es un buen objetivo.
BIBLIOGRAFÍA:
Martín García, A. V. (1995). Fundamentación teórica y uso de las historias y relatos de vida como técnicas de investigación en pedagogía social.
Peregrina, E. B., Blanch, J. S., González, N. A., & i Nicolau, P. R. (2014). Historias de vida y educación social: una experiencia de investigación y formación. Tendencias pedagógicas, (24), 71-84.
Plummer, K. (2004). Investigación humanística y El campesino polaco. El campesino polaco en Europa y América.
Pujadas Muñoz, Joan J. 1992 El método biográfico: el uso de las historias de vida en las ciencias sociales
Rivas, J. I. (2009). Narración, conocimiento y realidad. Un cambio de argumento en la investigación educativa. Voz y educación. La narrativa como enfoque de interpretación de la realidad, 17-36.
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