La escuela es un herramienta de construcción de nuevos modelos de hombres y mujeres. Ofrece propuestas educativas y escolarización que con el pretexto de atender a las necesidades de las familias y sociedades actuales, (Lorenzo Delgado, (2004) interviene en múltiples estadios del ciclo vital.
Al reforzar las dos dimensiones del sistema educativo; la educación formal y la no-formal, la escuela lo abarca todo, nada le es ajeno e interviene en aspectos como:
- Lo académico formal.
- Capacitación profesional.
- Valores y modelos conductuales.
- Ocio y tiempo libre.
- Nuevas tecnologías.
- Etc.
Ya no importan los ciclos formativos espaciados y reglados, los currículos y las franjas horarias más o menos rígidas. El trabajo por la consecución del homo concors (desplegar todas la facetas del hombre y la mujer integrándolas en concordia, equilibrio y armonía, Faure (1973), justifica la intrusión de la escuela en todos los recorridos del ser humano.
Este nuevo concepto educativo tiene una clara vertebración capitalista pues, pretende dar respuesta a las necesidades de una sociedad muy centrada en los intereses de los mercados. La custodia escolar refuerza el papel de la empresa pues, la pretendida conciliación entre trabajo-familia en una gran mayoría de ocasiones, es cuanto menos una paradoja.
Siempre prevalecen los intereses de la empresa. Los centros escolares se transforman en “depósitos” de individuos que garantizan una mayor permanencia de las/os trabajadoras/res en los centros productivos.
La escuela total se adentra en nuevos espacios que hasta hace poco tiempo eran competencia exclusiva de las familias. Corremos el riesgo de eximir de responsabilidad tutorial a los padres pues la educación en valores y principios queda en manos de agentes externos. Esta “intrusión” del centro educativo en los ámbitos familiares no es inocente, la presión que ejercen los mercados y sus intereses, debilita el tradicional rol educativo de las familias.
La relevancia de que la Escuela total que juega en la conformación del individuo deja pocas áreas que escapen a su competencia y control. Romper con el entramado de intereses sociales, económicos y culturales desde el ámbito educativo se antoja complicado, más aún en una sociedad cada vez más globalizada y orientada al consumo que cuenta con potentes herramientas de penetración en los entornos familiares. Recrean espacios de desarrollo para el modelaje de individuos sumisos a las reglas de los mercados.
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