La imagen da respuesta a nuestros intereses e inquietudes, posibilita la realización de procesos reflexivos personales, estimula nuestros sentidos y emociones, y recrea nuestra particular visión de aquello que nos rodea. La imagen, dispuesta estratégicamente en nuestros contextos vivenciales (intencionalmente o no), predispone nuestros estados subjetivos.
La imagen unida a la tecnología es una herramienta que los poderes mediáticos utilizan para orientar nuestros posicionamientos ante los hechos sociales y los mercados.
Los entornos tecnológicos, en los que la imagen cobra especial protagonismo, se denominan Iconosfera (Cohen-Seat, 1959).
Una definición precisa del término es:
“Un entorno imaginístico consecuente al desarrollo urbano de la sociedad industrial. Designa a un ecosistema cultural formado por los mensajes icónicos audiovisuales que envuelven al ser humano, basado en interacciones dinámicas entre los diferentes medios de comunicación y entre estos y sus audiencias” (Gubern, 1996, p. 183).
La imagen también protagoniza otros recursos influyentes:
La Logosfera: Integrada por imágenes representativas, cuyo valor reside en lo que pretenden representar más que en su forma. Identificamos a empresas, instituciones y colectivos por su logo corporativo. La potencia e impacto sobre nosotros no lo determina su forma icónica, sino aquello que nos han dicho que representa, aunque a priori no veamos relación alguna con la función de la entidad o el colectivo.
Por ejemplo, el logo de la empresa tecnológica Apple es una manzana mordida. Podemos preguntarnos: ¿qué relación tiene una manzana mordida con la fabricación y venta de ordenadores? Investigando, encontramos distintas teorías; una de las más extendidas es que Steve Jobs, uno de los fundadores de la compañía, quiso homenajear a Alan Turing, matemático británico que, según cuentan, mordió una manzana mientras descifraba los códigos secretos de comunicación utilizados por el ejército nazi.
Sin atender a lo anterior, parece que una manzana, que no tiene nada que ver con los ordenadores, hoy representa a la empresa tecnológica más importante del mundo. Cuando nos pretenden vender algún producto de la compañía, el logo de la manzana mordida cobra máxima importancia; solemos asociarla a calidad, robustez y exclusividad.
Podemos observar que Apple es, en definitiva, un ecosistema propio en el que el logo de la manzana mordida es el nexo que lo aglutina todo, como lo hace una imagen de un ídolo y sus seguidores.
Existen miles de ejemplos como este, en los que la imagen, en ocasiones muy simple y sin relación aparente con la actividad de la entidad, se utiliza para orientar nuestras decisiones.
La cultura dominante en los contextos sociales establece los códigos que orientan sobre lo que está permitido y lo que no.
La Videoesfera: Integrada por los espacios culturales, políticos, económicos, grupos de opinión e información, y fragmenta en numerosas ocasiones los constructos sociales. Divide, influye y orienta con mayor potencia que la Logosfera.
La instrumentalización de la Iconosfera por parte de los intereses económicos, políticos, culturales, religiosos y mediáticos idealiza el imaginario social y estimula voluntades, además de influir en los pensamientos y conductas.
La potencia comunicativa de las imágenes no responde exclusivamente a una cuestión de percepción simbólica, pues su disposición e interacción entre el sujeto y su promotor juegan un papel relevante. Cuestiones relacionadas con su escasez, proliferación, ubicación, tamaño, originalidad y agresividad, entre otras, determinan la potencia de su impacto.
La Iconosfera es una gran revolución para la percepción diferente del espacio-tiempo, como ya lo apuntó Ingres en 1862. La distancia psicológica entre la imagen y el espectador es proporcional al esfuerzo de atención en la percepción de los iconos. Consideremos que la lectura de una revista requiere una mayor distancia psicológica y cierta mirada distraída, mientras que ir al cine o leer un libro de texto supone reducir esa distancia, pues precisa de cierto nivel de concentración y activación cognitiva.
Podemos catalogar las imágenes en función de distintas variables:
- Tecnogénesis: imágenes quirográficas, de pigmentación tecnográfica, fotoquímicas, fotónicas (hologramas), electrónicas, magnetoelectrónicas.
- Su dimensión espacial.
- Su delimitación espacial.
- Su representación temporal.
- Su naturaleza cromática.
- Su proceso enunciativo (individuales o colectivas).
- Su sistema de almacenamiento y difusión.
- Su modalidad narratológica.
- Su acceso social.
En nuestros días, la imagen y la tecnología son un instrumento de adoctrinamiento, difusión de mensajes, orientación de la opinión pública, imposición de modelos culturales y reducción de singularidades únicas. Quizás por esta razón, deberíamos tener presente lo apuntado por Paulo Freire: “La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la humanización del hombre”. Estudiamos al hombre, “creando y recreando ideas”, “aprendiendo siempre”.
Bibliografía
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Gubern, R. (1996). Primeros tiempos del cinematógrafo en España. Universidad de Oviedo.
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Navarro, J. W. (2011). La imagen en la videosfera electrónica.
Roques, M., Montel, P., Wallon, H., Sainte-Laguë, A., Pauphilet, A., Poyer, G., & Martin-Chauffier, L. (1947). Filmología.
Villafañe, J., & Arranz, N. M. (1996). Principios de teoría general de la imagen. Ediciones Pirámide.
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