Evaluar el resultado de nuestras intervenciones, no solo es una actividad que se nos demandará por parte de los actores políticos, también, nos permitirá determinar sus efectos. El proceso evaluativo supone formular juicios de valor para describir la realidad socioeducativa -antes y después-, facilitando la adopción de propuestas de mejora.
En una anterior publicación, aborde esquemáticamente el análisis de la realidad de los contextos, aquí la podéis leer. En esta ocasión, deseo céntrame en la evaluación de nuestras acciones.
En numerosos proyectos que he estudiado, la evaluación se centra casi exclusivamente en valorar el cumplimiento de los objetivos específicos previstos, es decir, si la intención de nuestro proyecto es que una persona mayor aprenda a usar un teléfono móvil, (siendo el objetivo general; reducir la brecha tecnológica en la comunidad de pertenencia), consideraremos exitosa la intervención si al finalizar la acción, esta persona es capaz de manejar y establecer una comunicación con el terminal.
No realizamos otro tipo de juicio, ¿para qué?, consideramos que nuestro proyecto está correctamente diseñado y articulado, si respondemos afirmativamente a las siguientes preguntas:
- ¿Se han cumplido los objetivos específicos previstos?
- ¿En los plazos establecidos?
- ¿Nos hemos ajustado a los presupuestos?
Otra cuestión es que en la rendición de cuentas, se nos requiera dar respuestas a preguntas relacionadas con la metodología, cambios producidos en el contexto (en este caso, reducción de la brecha tecnológica), descripción de efectos educativos, análisis cualitativos cuantitativos, juicios de valor, propuestas de mejora, etc. Responder a estos interrogantes, requiere de la ejecución de un complejo proceso evaluativo que, en principio, podríamos considerar que corresponde a los evaluadores (otras disciplinas académicas), y por lo tanto, escapa a nuestras competencias. Pero no así, esta tarea también es de nuestra responsabilidad.
No es difícil compartir que, si consideramos que con nuestras acciones pretendemos intervenir en los contextos para mejorarlos, la comprobación de los efectos socioeducativos obtenidos, no se resuelve valorando exclusivamente el cumplimiento de los objetivos descritos en el proyecto.
Determinados proyectos “enlatados”, -aquellos diseñados por las grandes organizaciones que se replican en multitud de ámbitos territoriales-, la evaluación y efectos, se realiza en las direcciones centrales de estas, (aunque la verdad, por propias experiencias, tengo mis dudas que estos procesos reflejen verazmente la realidad de la zona en la que se ha intervenido), en estos casos, si hemos particpado como docentes, solo se nos exige cumplimentar un cuestionario integrado por una serie ítems, y una valoración general con algunas propuestas de mejora (según nuestro criterio). Aquí se acaba el proceso evaluativo, lo que suceda más arriba lo desconocemos.
Pero, consideremos que se nos asigna la tarea de articular un nuevo proyecto socioeducativo, o quizás, una iniciativa más compleja; Plan o un Programa multiterritorial, en este caso, nuestra responsabilidad abarcará todos sus aspectos (diseño, objetivos, actividades, recursos, actores implicados, presupuestos, calendarios, etc.), incluida la evaluación y su impacto. Quizás, su elemento esencial.
Para lo anterior, debemos conocer los distintos elementos integrantes del proceso evaluativo.
La cultura evaluativa presenta un amplio recorrido, pero quizás fue en los años cuarenta cuando Tyler, R. W. (1950), orienta sobre el propósito de la evaluación y sienta algunas de sus bases:
Determinar en qué medida se han cumplido los objetivos previamente establecidos y ello, supone emitir juicios de valor.
Desde entonces, se ha avanzado mucho, pero, la formulación de juicios de valor sigue siendo un elemento clave. No pretendo en esta síntesis, entrar con profundidad en los saltos de la cultura evaluativa (desde la mitad del siglo XX hasta hoy), aunque es necesario considerar las aportaciones de Cronbach (1963), Scriven (1975), y Guba, E., & Lincoln, Y. (2000), pues son los referentes más citados y sus propuestas, suponen un importante desarrollo del concepto:
“Proceso de recogida y análisis de información relevante con el fin de describir cualquier realidad educativa, de manera que permita la formulación de juicios de valor sobre la adecuación a un patrón o criterio de calidad debatido previamente como base para la toma de decisiones. Actividad con funciones de mejora que, debe afectar a todos los implicados, tener en cuenta todos los intereses implicando la creación de una cultura evaluativa”.
En la definición observamos elementos clave: juicios de valor, información, análisis, mejora, cambio, calidad, toma de decisiones, dialogo, etc. En definitiva, pretendemos recoger información con la que realizar juicios de valor, tomar decisiones para mejorar la calidad de la acción.
En esta función de mejora deben estar comprometidos todas/os los agentes intervinientes en la acción, abarcando a todos los objetos y elementos implicados en el proceso educativo, incluidos los contextos y centros. Este proceso, no excluye el análisis de otras imágenes de la realidad socioeducativa, al contrario, se nutre de fuentes, metodologías y procesos colaborativos diversos. Es por lo tanto, flexible, sociopolítico y generador de nuevos aprendizajes.
Bien, vamos a la práctica. Antes de acometer nuestro proceso evaluativo debemos formularnos tres preguntas:
- ¿Qué deseamos evaluar?
- ¿Con que propósito?
- ¿Como vamos a evaluar?
Las respuestas a estos tres interrogantes, nos obligará a planificar el proceso evaluativo de manera sistemática. Recordad, pretendemos recoger información, analizarla y adoptar decisiones para la mejora.
En la tabla, tenéis el proceso esquematizado:


Podemos evaluar cualquier elemento de la intervención (programa, educandos, profesionales, centros, contextos, etc.), pero en este caso, nos centramos en la evaluación de la metodología seguida. Seguimos el siguiente proceso:
- ¿Qué evaluamos?.
- Decidimos el modelo evaluativo a aplicar. Definimos la estrategia metodológica y los elementos que van a intervenir en el proceso. Sus aspectos e indicadores.
- Diseñamos los instrumentos de recogida de información. Recogemos la información pertinente. La analizamos y la interpretamos.
- Realizamos juicios de valor.
- Elaboramos el informe con las propuestas de mejora.
En el próximo post, veremos algunos de los diferentes enfoques evaluativos.
Cuidaros!!.
Bibliografía:
CRONBACH, L. (1963): «Course improvement through evaluation». Teachers College Record, 64, 672-683. Disponible en: file:///C:/Users/Jose/AppData/Local/Temp/MicrosoftEdgeDownloads/fdb23de4-22c1-4ed2-ba18-9a4e36ac9922/14.PDF
De Miguel Díaz, M. (2000). La evaluación de programas sociales. Fundamentos y enfoques teóricos. Revista de investigación educativa, 18(2), 289-317. Disponible en: file:///C:/Users/Jose/AppData/Local/Temp/MicrosoftEdgeDownloads/91c08178-2e17-44bb-a259-c3090b6a9021/121011-Texto%20del%20art%C3%ADculo-478811-1-10-20110315.pdf
González Barea, E. V. A. (2013). La Evaluación. Disponible en: https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/30543/1/Conceptualizaci%C3%B3n%20de%20la%20Evaluaci%C3%B3n.pdf
Guba, E., & Lincoln, Y. (2000). Paradigmas en competencia en la investigación cualitativa. Denman C, Haro JA, compiladores. Por los rincones. Antología de métodos cualitativos en la investigación social. Sonora, México: Colegio de Sonora, 113-145. Disponible en: https://ce16ba11-a-62cb3a1a-s-sites.googlegroups.com/site/jesuscamposg19/assignments/investigarparatransformar-pnfalara-/Paradigmas%20guba-y-lincoln-2002%20%281%29.pdf?attachauth=ANoY7cpOA8Y5RhkJIgtbCkPEAYBOf4FtKC-CIhU4Gr_RN1WEj-LqhfjbvZMG3iJunwFLlS1VJ2GlfMzo_qbys9c_iHRnrMH-M7oXwYs6NDOCTAbVpKou5b-mm7YRWuH-oPO-tm5_EMywFB7GYewet3SUB2OxxoBqg2Fw5T98hjVQXgaBJdkMiSl5tbP_D1ii70Z1-2SlZ1BGzBwLXY35xG1OHGuGB4fbrLLupBiJtSgm5fCMbN6JUcuj0N6XOm7Es-9YKT8TQwvRSkIwU-P-HmPJiGCrkv3T_ucRWMQGtZ9YQ45dvk1xmSNqfrg2F5yLI0UJnniKn-8C&attredirects=0
Rosales, C., & López, C. R. (1990). Evaluar es reflexionar sobre la enseñanza(Vol. 55). Narcea Ediciones. (Libro).
SCRIVEN, M. (1975): Evaluation bias and its control. Western Michigan University. Disponible en: https://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.455.8960&rep=rep1&type=pdf
Pérez, D. (2007). Revisión y análisis del modelo de evaluación orientada en los objetivos (Ralph Tyler-1950). Relieve, Revista Electronica en Investigación y Evaluación Educativa. Disponible en: https://www.researchgate.net/profile/Driceida-Perez-Rodriguez/publication/220025586_Revision_y_analisis_del_Modelo_de_Evaluacion_Orientada_en_los_Objetivos_Ralph_Tyler_-_1950/links/0922b4f414605cdcb0000000/Revision-y-analisis-del-Modelo-de-Evaluacion-Orientada-en-los-Objetivos-Ralph-Tyler-1950.pdf
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