Mis experiencias en el Tercer Sector son muy dilatadas, la asunción de distintas responsabilidades y competencias a lo largo de los años, me permiten afirmar que las/os educadoras/es sociales pueden ser/son dinamizadores esenciales en las Organizaciones de la Sociedad Civil. Su especial cualificación y formación académica invisten a sus intervenciones de una potente carga humanista. Su compromiso con la ciudadanía, especialmente con aquellos segmentos sociales mas vulnerables, son el pilar que sustenta su razón de ser.
Es verdad que el intrusismo, dificulta el ejercicio de nuestras competencias profesionales y cierta confusión y desanimo, pero estoy seguro que con la intervención de nuestros Entes organizativos y Colegios profesionales, un día se despejará la competencia desleal, pues, somos conscientes que este fenómeno provoca daño no solo a nuestro colectivo, también a aquellas personas que, en situación precaria, no están recibiendo la ayuda profesional que solo nuestra disciplina puede ofrecer.
Pero con independencia de lo anterior, desde el mismo momento en el que obtenemos nuestro titulo universitario, asumimos el compromiso de actualizar nuestros conocimientos para dotar de la mejor calidad a nuestras intervenciones. En este sentido, y dado que en esta ocasión, voy a abordar un asunto que nos concierne especialmente (nuestro papel en las ONLs), creo que es importante adentrarse (aunque sea de forma somera) en la fenomenología que caracteriza al sector.

Con frecuencia se debate el rol que las Organizaciones No Lucrativas tienen en la vertebración del tejido social de nuestro país. También y con cierta intensidad, su «responsabilidad» en la merma de inversiones en políticas sociales por parte de las distintas Administraciones públicas. Me explico, la idea que subyace tras estas tesis es que, dado que estas entidades en una gran mayoría, tienen como fin constituyente la intervención en los segmentos sociales sensibles (pobreza, marginación, discapacidad, infancia y adolescencia, migración, etc.), indirectamente favorecen que la acción del Estado decaiga en favor de la intervención privada, con ello queda debilitado el soporte asistencial público.
El argumento anterior, cobra mayor relevancia cuando se une al hecho que una gran parte de las intervenciones de estas organizaciones, tienen como eje sustentador el trabajo no renumerado, es decir, la participación voluntaria de más de un millón de personas que colaboran con distinta intensidad en la ejecución de sus programas sociales. Esta realidad, según algunas opiniones, dificulta la contratación de personal especializado por parte del sector público.
Podríamos acércanos a otros modelos del entorno europeo que cuentan con una mayor implantación de tejido asociativo e intentar corroborar la sostenibilidad de esta tesis, pero ello nos llevaría mucho tiempo y escapa al necesario ejercicio de síntesis de esta publicación. No obstante, he estudiado este asunto con detenimiento y puedo adelantaros que las políticas sociales están directamente relacionadas con la doctrinas económicas que sustentan los grupos políticos en el poder, además de otros condicionantes relacionados con la cultura social ciudadana, y no en la potencia de su Tercer sector. Algo que estoy seguro todas/os presuponéis.
Pero veréis, cuando surgen estos debates y dadas mis experiencias directas, intento desprenderme de mis anclajes emotivos y ser lo más aséptico posible. Es importante ofrecer una panorámica objetiva y razonar documentalmente el impacto que estas organizaciones puede tener en los soportes sociales públicos y en su caso, sobre el empleo.
Debatir respecto a si estas organizaciones deberían existir, no conduce a ningún lugar, pues lo cierto es que su realidad e implantación territorial es indiscutible, además, es de justicia reconocer su importante papel en pro de la cohesión social de este país. Otra cuestión es la consideración que nos merezca sus modelos organizativos y respectivas dinámicas funcionales, especialmente atendiendo a que una gran parte de sus recursos económicos provienen de fondos públicos, pero este tema quizás lo aborde en otra ocasión.
Lejos queda ya el impresionante estudio que realizó la Universidad Johns Hopkins en 1995: La Sociedad Civil Global. Las dimensiones del sector no lucrativo financiado por la Fundación BBVA. En este documento, sus autores nos mostraban el panorama del Tercer sector de entonces, y realizaron un ejercicio de definición instrumental del mismo que nos ha permitido estudiarlo con precisión.
Quizás, hoy nos interesa acercarnos a los últimos estudios del TSAS pues nos ofrecen una visión más actualizada del mismo. En esta ocasión, me centraré en el informe realizado para la Plataforma de ONG de Acción Social : El Tercer Sector de Acción Social en España 2019 Nuevos horizontes para un nuevo contexto sociopolítico, además de información extraída de las memorias de actividades de las organizaciones con mayor implantación, y de las Administraciones .
En su Tercer Plan Estratégico, el TSAS se autodefine como:
“[…] el ámbito formado por entidades privadas de carácter voluntario y sin ánimo de lucro que, surgidas de la libre iniciativa ciudadana, funcionan de forma autónoma y solidaria tratando, por medio de acciones de interés general, de impulsar el reconocimiento y el ejercicio de los derechos sociales, de lograr la cohesión y la inclusión social en todas sus dimensiones y de evitar que determinados colectivos sociales queden excluidos de unos niveles mínimos de bienestar.”
Esta definición es muy interesante, y sin profundizar más allá de ella misma, nos da a entender que el TSAS está integrado por un entramado de organizaciones civiles que, a iniciativa propia, trabajan desinteresadamente para la consecución de una sociedad más justa y mejor distribuida.
A nosotros, y dado el especial posicionamiento estratégico en el que se sitúan, nos interesa conocer no solo sus rasgos definitorios, también, su estructura organizativa e impacto social.
Vamos a ello.
Hoy, en España el TSAS está integrado por más de 29.000 organizaciones (cifra estimada pues no se conoce con exactitud el número de organizaciones operando en todo el territorio nacional). Muchas de estas entidades se han constituido al amparo de la Ley 5/2011 de 29 de marzo de Economía Social.
El conjunto de actividades económicas que en el ámbito privado, persiguen el interés colectivo de sus integrantes y el interés general económico o social o ambos”.
Artículo 2 de la Ley
La participación del TSAS en el PIB español alcanza casi 1.5%, con unos ingresos económicos operativos de más de 16.000 millones de euros. Esta cifra se ha reducido como consecuencia de las sucesivas crisis económicas, pero la participación del conjunto del Tercer sector en el PIB ha llegado a alcanzar el 4,6%.
Con relación a este asunto, considero importante destacar que España (según el Informe de Eurostat, dedica el 1,4% del PIB a exclusión social incluyendo en este capítulo ayudas a la vivienda. Este año como respuesta a la crisis sobrevenida por el COVID-19, se están realizando algunos esfuerzos económicos extras, no obstante, nuestro país está a la cola en Europa en inversiones de protección social (-2 puntos).
Si deseáis ampliar esta información aquí tenéis un informe muy interesante realizado por el periódico El Salto
En la actualidad, el conjunto del TSAS emplea a más de 500.000 personas, ello representa casi el 3% del empleo total de España. Estas cifras nos ofrecen una idea de su potencia y resulta difícil desvincularlo de los poderes económicos más importantes de este país.
Las tres grandes organizaciones que operan en España por su impacto en el empleo y actividad son:
- Once 70.000 trabajadores.
- Cruz Roja Española 9.000 empleados.
- Caritas 4.500 personas contratadas.
Son cifras estimativas, condicionadas por las fluctuaciones socioeconómicas y la disponibilidad de recursos económicos derivados de las distintas administraciones públicas, especialmente Autonómicas y locales.
(El resto del empleo se distribuye entre el 75% de las otras entidades.
Las tres organizaciones citadas son consideradas de carácter singular por su especial interés público y gozan de cierta protección por parte del Estado. Sus datos macroeconómicos son complejos y poco accesibles.
Las organizaciones con mayor implantación territorial y fuerza operativa, tienen una compleja estructura organizativa. Por ley, todas las organizaciones deben contar con órganos democráticos para la participación de sus miembros en los asuntos de importancia, aunque las más potentes se vertebran en torno a dos ejes claramente diferenciados (voluntariado y ejecutivo).
El poder ejecutivo, suele estar bajo la responsabilidad de los cuadros técnicos que controlan los capítulos económicos y gerenciales más importantes de la organización. La participación del voluntariado, se da en la ejecución (puesta en práctica) de los distintos programas y proyectos de intervención y, en los órganos de gobierno (especialmente en sus procesos de renovación). Este proceso de participación democrática suele tener una dirección ascendente, con ello se afianzan las estructuras directivas de jerarquía vertical.
Observad el ejemplo organizativo de Cruz Roja Española:

En su conjunto, las carteras de servicios del TSAS se distribuyen de la siguiente forma:

Deteniéndonos un instante en la información que nos aporta esta tabla, observamos como el TSAS atiende a la práctica totalidad de los segmentos sociales (se encuentren o no, en situación de riesgo social).

También observamos que, sus acciones (articuladas en su mayoría como programas de intervención), conforman un amplio abanico de especialidades que según se desprende, tampoco están en su integridad destinadas exclusivamente a colectivos vulnerables.
No obstante, no debemos obviar que las visiones y misiones fundacionales de una gran parte de estas organizaciones, tienen un carácter eminentemente humanitario y sus fines son consecuentes con el ideal de una sociedad más justa y mejor vertebrada.
Según lo anterior, podemos considerar a este entramado organizativo como el más importante productor de servicios sociales de nuestro país y como tal, el principal empleador de profesionales cualificados en intervención social. No existe otra entidad capaz de generar ese volumen de empleo.
Otra cuestión es el carácter precario de una gran mayoría de los contratos laborales, pero, a día de hoy, las distintas Administraciones publicas serian incapaces de asumir los millones de intervenciones directas que realizan estas organizaciones. Por lo que tal y como anticipé anteriormente, cuestionarnos su participación en la red de asistencia social, no tiene sentido.
Atendiendo a todos los datos que os he aportado, podemos considerar al TSAS como la principal fuente de empleo para las/os educadoras/es sociales, bien accediendo a las distintas ofertas que lanzan las organizaciones ya operando, o ¿por qué no?, constituyendo una entidad por nuestra cuenta al amparo de la Ley de Economía Social que os resumí en un post anterior.
Si tenéis alguna duda o necesitáis más información, podéis escibirme.
Intentad, ser felices.
Un cordial abrazo.
BIBLIOGRAFIA:
La Sociedad Civil Global. Las dimensiones del sector no lucrativo Universidad Johns Hopkins, Baltimore USA en1.995. Fundación BBVA,
El Tercer Sector de Acción Social en España 2019 NUEVOS HORIZONTES PARA UN NUEVO CONTEXTO SOCIOPOLÍTICO. Plataforma de ONG de Acción Social
Ley 5/2011 de 29 de marzo de Economía Social.
WEBGRAFÍA:
https://www.elsaltodiario.com/gasto-social/espana-destina-a-gasto-social-menos-que-en-2009
https://www.epdata.es/datos/gasto-publico-espana-datos-graficos/256
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