La educación social concibe a las personas como sujetos de derecho pleno a las que se les debe garantizar procesos educacionales que faciliten la continuidad de su desarrollo personal. Intervenciones socioeducativas universales, flexibles, adaptadas a las circunstancias y apetencias. Respuestas socioeducativas no circunscritas a etapas de vida determinadas pues las habilidades y destrezas no desaparecen con la edad. Capdevila y de Guzmán, 2005.
Las intervenciones con personas mayores se enfoca epistemológicamente en la dimensión de envejecimiento activo que la OMS define como:
“Proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen” (O.M.S, 2002:79).
El envejecimiento no solo es considerado desde un punto de vista de la salud, también trasciende al ámbito social.
La participación de las personas mayores en la mejora de su propio proceso de envejecimiento implican nuevas expectativas y oportunidades. Envejecimiento activo y saludable se sostiene en el reconocimiento de los derechos humanos (OMS, 1990).
La educación social rechaza los prejuicios viejistas (edadismo), que asocian a la vejez con la enfermedad, la dependencia y la falta del vigor para acometer nuevos retos (Toledo, 2011), por el contrario defiende que el proceso de envejecimiento abre nuevas etapas de cambios no necesariamente negativos. El fin de la etapa laboral no implica una reducción las capacidades físicas e intelectuales pues, la continuidad de desarrollo integral sigue activo. Madrid y Garcés, 2000.
Las experiencias, conocimientos y sabiduría acumulada, son valiosos elementos que conforman un constructo con la edad, que pueden ser provechosos por la comunidad (Krzemein, 2012). El peso esencial que este colectivo generacional mayoritario tiene en nuestras sociedades, es esencial para la articulación sociocomunitaria. Son soporte de las identidades culturales, valores y cohesión social.
La Educación social ayuda al fortalecimiento de su autoestima, fomenta la competencia social, articula acciones motivaciones, construye espacios intergeneracionales, puntos de encuentro y fenómenos de retroalimentación intergeneracional.
Para Carrascal y Solera (2014) el envejecimiento ha propiciado la articulación de múltiples programas y proyectos de intervención y estos, han frenado el deterioro cognitivo de los mayores, favoreciendo su independencia física y psicológica además de incrementar potencialidades creativas.
“La transmisión de las experiencias y conocimientos puede ayudar a la persona mayor al fortalecimiento de su autoestima y competencia social”. Tamer (1999).
El bienestar del mayor :
“Se ve determinado no solo por su capacidad de mantener su salud, autonomía y capacidad funcional, también entre otras, por el uso positivo de su tiempo libre y la búsqueda de nuevas experiencias de aprendizaje y descubrimiento”. Baztán (1992) y la OMS:
Los proyectos con un enfoque creativo empoderan y mejoran la autoestima de las los participantes. llenan de contenido el tiempo libre y, conforman espacios comunicativos que permiten compartir experiencias, vivencias y conocimientos de interés comunitario. Espacios de encuentro que posibilitan realizar procesos comparativos del el ayer y el hoy de la realidad sociocultural comunitaria.
Las metodologías deben ser participativas y entretenidas. Actividades secuenciadas que permitan el desarrollo de de capacidades de observación, reflexivas, criticas y analíticas.
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