Según Galtung, la Violencia estructural es el resultado del aumento de la distancia entre lo potencial y lo efectivo es decir, existe violencia cuando lo potencial es mayor que lo efectivo siendo esto evitable. (Galtung, 1995).
La violencia estructural emana indirectamente de las Instituciones por su incapacidad para satisfacer las necesidades básicas de la ciudadanía.
La desigualdad, la injusta distribución de bienes y los servicios esenciales junto a los desequilibrios estructurales, son elementos que corrompen los pilares del estado de bienestar, desplazando a las personas con un mayor grado de vulnerabilidad a planos de exclusión.
Pero no nos engañemos, la violencia estructural afecta a todo el espectro comunitario, tengamos presente que el debilitamiento de las garantías sociales y los DDHH quedando condicionados a criterios económicos y especulativos.
El concepto contrario de Violencia estructural es la Paz social, estado en el que el bienestar social alcanza al conjunto de la ciudadanía de un país, especialmente en lo relativo a políticas económicas, sociales, sanitarias y educativas.
Es fácil intuir que la paz social se ha quebrado por las políticas de austeridad, medidas socioeconómicas de corte neoliberal debilitando seriamente los soportes de protección social. Ello a pesar del relativo crecimiento económico publicitado hasta la saciedad por los políticos gobernantes y sus afectos, solo tenemos que realizar un somero análisis de nuestro contexto social más cercano para constatar como, las condiciones de precariedad y graves carencias se han consolidado.
Las garantías sociales resultado de anteriores políticas de universalización de derechos y protección social (dependencia, educación, sanidad, vivienda, inmigración, etc.), se han reducido drásticamente. Las políticas de ajuste han debilitado a la clase media, comprometiendo su papel de equilibrio social.
Los nuevos actores políticos inmersos en luchas internas y de confrontación junto con otros agentes sociales, se muestran incapaces para hacer frente a las consecuencias de las políticas economicistas. Colateralmente, la capacidad de respuesta de la ciudadanía también se ha debilitado.
El deterioro del medioambiente, el desarrollo tecnológico desenfrenado, la reaparición de los bloques de superpotencias, unido a la globalización del neoliberalismo, son elementos enraizados en una crisis global que ya se vislumbra como sistémica. Crisis no es solo económica, también de valores, por lo que el concepto de dimensión social de paz del profesor Fernández Herrería, cobra significancia relevante:
“La dimensión social de paz está dirigida hacia el equilibrio entre el desarrollo, los Derechos Humanos, la democracia y el medio ambiente (Fernández, 2004).»
Podemos afirmar que para la recuperación de la paz social, son necesarias acciones sustentadas en valores democráticos y humanistas, respetuosos con el medioambiente.
El papel de la Educación social.
Uno de los objetivos esenciales de la Educación social responde a:
«Promocionar un entramado social de relaciones humanas que, propicien la desaparición de las barreras que separan a las personas».
No cabe duda que este concepto, permite abordar las distintas problemáticas individuales desde una perspectiva colectiva. Las acciones del educador y educadora social, se articulan con metodologías democráticas y un fuerte carácter participativo que atiendan las reivindicaciones sociales.
La Educación social como un instrumento promotor de la Paz social, articula mecanismos de respuesta para reducir la violencia estructural. Sus procesos son racionales, respetuosos con los DDHH y el medioambiente que se alzan sobre pilares sociales, solidarios y culturales. La implementación de procesos educacionales tienen como fin la socialización de la persona y mejorar su calidad de vida, desarticulando las desigualdades, cuestionando las actuales relaciones sociales.
Nuestras acciones socioeducativas, poseen una potente carga ideológica que son necesariamente críticas con lo prestablecido por los poderes, inminentemente integradoras y socialmente diversas. El Educador y la educadora social trabaja para la obtención de cotas de integración aceptables, recuperando los derechos suprimidos por la violencia estructural.
BIBLIOGRAFIA:
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de Johan Galtung”, revista Paz y Conflictos, Nº2, pp.60-81, Granada:
Universidad de Granada, Instituto de Paz y Conflictos.
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http://www.monografias.com/trabajos87/paz-social/paz-social.shtml
Martínez-Rodríguez, F. M. (2014). Educación, neoliberalismo y justicia social.
Madrid: Ediciones Pirámide.
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