Claro, aquí tienes tu texto corregido, ampliado y mejorado, manteniendo el estilo original y agregando detalles adicionales:
Buscamos el sentido de nuestra vida persiguiendo el bienestar, la serenidad y la ligereza en nuestra existencia. Esta búsqueda es una necesidad psicológica fundamental y universal que tiene como propósito aliviar las tensiones de la vida cotidiana.
Las nuevas revoluciones sociales y tecnológicas buscan mejorar nuestras vidas, pero las luchas de clases y los cambios que proponen no logran movilizar a la gran mayoría. Las religiones tradicionales ya no proporcionan las respuestas que buscamos, lo que ha llevado al surgimiento de nuevos movimientos religiosos y espirituales que se impregnan de doctrinas místicas, filosóficas y budistas. Estos movimientos buscan elevar a los individuos a posiciones de armonía entre el alma y el cuerpo.
Nos animan a desechar el materialismo y a centrarnos en nuestra dimensión espiritual. Estas religiones adaptadas subjetivizan las creencias absolutas y nos ofrecen nuevas posibilidades para alcanzar la plenitud. Integran la modernidad con la movilidad y el materialismo, permitiéndonos funcionar con ligereza. Según predican, esto no es contradictorio.
Muchos son los conversos que, con fe absoluta en sus profetas, adoptan las nuevas fórmulas de consumo como si fueran doctrinas:
“Busca una vida más ligera, sobria, pero de manera sostenible y razonable, sigue consumiendo.”
No nos equivoquemos, lo más pesado de la vida no es el consumismo, sino la carencia de lo esencial para la existencia: la pobreza extrema.
Surge el movimiento Slow Food, que pretende ayudarnos a obtener una mejor calidad de vida desacelerando nuestro ritmo (Slow Life), cobrando consciencia de que la calidad está antes que la cantidad, lo mejor antes que lo más, y el ser antes que el tener.
Bajamos el ritmo de nuestras actividades cotidianas, nos tomamos un respiro en nuestro trabajo, aligeramos nuestra vida urbana. De este modo, la ralentización supera la racionalización de lo cotidiano, propia del capitalismo industrial.
La lentitud es elogiada por los nuevos teóricos del Mindfulness y la Autoayuda, pero desgraciadamente, el progreso acelera nuestros ritmos. No podemos escapar de la búsqueda de soluciones rápidas para nuestros problemas y deseamos mayores velocidades en los transportes y en las conexiones de internet.
Sabemos que las magnitudes de lo rápido y lo lento son diferentes, pero conjugamos ambas en nuestros ritmos temporales, pues son caras de una misma moneda y las utilizamos según nos convenga.
¿Qué elegimos, la pesadez o la ligereza?
Es una cuestión de grado. La ligereza, igual que la pesadez, responde a estados de conciencia que se manifiestan con mayor o menor intensidad, admitiendo muchos matices (Bergson). Cada persona adapta su situación material a la búsqueda de satisfactores, aquellos que le permitan reducir la monotonía y la pesadez de su vida. Estos satisfactores, estén donde estén, deberían ser accesibles.
Referencias
Bauman, Z., Rosenberg, M., & Arrambide, J. (2005). Amor líquido (p. 133). FCE-Fondo de Cultura Económica. Disponible en: https://quehaja-luz.webnode.com/_files/200000110
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