La perspectiva medioambiental en la educación constituye un importante eje transversal en las políticas y acciones de Cooperación y la Educación para el Desarrollo. Su análisis y reflexión en los planos sociales, políticos y académicos es imprescindible para ajustarlos pertinentemente en los espacios educativos.
La ecología humana, explica que el hombre interactúa con el entorno con el fin de satisfacer sus necesidades básicas, ello, ha desencadenado un proceso de transformaciones en todos los niveles posibilitando el desarrollo ascendente de la humanidad.
La revolución del Neolítico, pasando por la revolución Industrial y últimamente, las Científico Técnicas, han contribuido al perfeccionamiento de la sociedad y humanización en una escala superior. Sin embargo, la “conquista” de la naturaleza, ha constituido una poderosa influencia sobre el planeta.
El desarrollo económico de los países empobrecidos se ve gravemente afectado por las prácticas industriales de occidente, la explotación de sus recursos naturales y la consolidación de los sistemas productivos altamente contaminantes, están produciendo efectos a escala global.
Una de cada cinco personas en el mundo no tiene acceso al agua potable y unos 600 millones de personas viven en penosas condiciones en ciudades de África, América Latina y Asia. Se calcula que más de 1200 millones de personas viven en zonas de extrema pobreza (donde se localiza más del 90% de la biodiversidad del plantea). La masa forestal y miles de especies de fauna y flora están desapareciendo a velocidad drástica, condicionando gravemente la sostenibilidad del planeta.
Podemos asegurar que el mundo no ha alcanzado ni alcanzará la meta de los ODM para el año 2010; “Garantizar la sostenibilidad del Medio ambiente, “DM 7).
La crisis ecológica, la complejidad de sus realidades y saberes que de ella se ocupan junto con la necesidad de buscar alternativas justas y duraderas a los problemas ambientales, figuran entre los principales objetivos que movilizan la investigación en educación ambiental.
Sus contenidos provocan una enorme carga motivacional en los investigadores y también, suscitan importantes frustraciones, especialmente cuando se contrasta la ambición y con las limitadas posibilidades de abordarla en toda su extensión con coordenadas políticas, económicas, culturales, pedagógicas y científico disciplinares.
La introducción en la escuela de programas de educación ambiental ha despertado la conciencia ecológica, fomentado cambios de comportamiento y nuevos modelos pedagógicos del conocimiento. La integración de valores ambientales, resulta un gran desafío para el modo de concebir la educación. Losito y Mayer, (1995).
La educación ambiental junto a otras disciplinas transversales, están modificando la concepción de la escuela y la educación. La educación ambiental pretende relacionar tipos de pensamientos diversos y conjugar puntos de vista e intereses diferentes.
Así pues, la imagen de la escuela y del aprendizaje se transforma:
- Construye conocimientos medioambientales relevantes para el ámbito local.
- Involucra sentimientos, discute respecto a valores, inventa nuevos comportamientos.
- Protagoniza mecanismos de modificación social. Ya no acepta un rol subalterno respecto a otras instituciones. (Elliott, 1991; Posch, 1991).
El profesor Dr. José Antonio Caride Gómez (2005), posiciona la investigación ambiental entre la ciencia y la conciencia, pues hace converger ambos planos, saber ambiental-y-praxis ética.
La Dra. Lucía Sauvé (2014), considera que la educación ambiental es un campo temático aún por desarrollarse, enfatiza la necesidad de realizar proyectos de investigación con mayor profundidad y dotación de herramientas conceptuales y tipológicas idóneas”.
En Europa la educación ambiental, no es considerada una disciplina escolar autónoma si no como una enseñanza interdisciplinar y transversal. GIOLITTO, P. (ed.) (1997). Sin embargo en los últimos diez años, educadores de todas las disciplinas -aunque mayoritariamente científicas-, han decidido dedicar al medio ambiente una parte de su labor didáctica.
- ¿Por qué?.
- ¿A qué necesidades atiende la educación ambiental?.
- ¿Qué le hace ser diversa de la educación científica o de la educación cívica?.
Mayer, M. en su artículo: Educación Ambiental p.217-232.: De la acción a la investigación, teoriza respecto a las motivaciones que han impulsado a muchas educadoras y educadores en Europa a ocuparse de esta disciplina académica, así como su construcción paradigmática y práctica.
La acción docente debe proporcionar herramientas que permitan la reflexión crítica sobre la realidad general del mundo. Formación e información respecto a las relaciones que existen ente:
- Desarrollo y medioambiente.
- Medioambiente y educación.
- Medioambiente y trabajo.
- Medioambiente y propiedad.
- Medioambiente y justicia.
La transmisión de valores medioambientales conjuntamente con la aplicación de correctas políticas de desarrollo, supondría un avance significativo en la consecución de un planeta sostenible.
BIBLIOGRAFIA:
Esteban Ibáñez, M. (2002). Fines de la educación ambiental en los currícula de los países de la Unión Europea. II Jornadas Pedagógicas de la Persona. Identidad personal y educación (2002), p 31-38.
Gómez, J. A. C. (2005). Investigar en Educación Ambiental. Tradiciones y Perspectivas de Futuro. Investigaciones en Educación, 5(1), 33-66.
Jiménez, L. C. V., & Prada, J. R. R. (2011). Los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) de las naciones unidas:¿ en dónde estamos y para dónde vamos?. Fuente de inspiración para priorizar las labores desde la academia. Revista LASALLISTA de investigación, 8(1), 126-135.
Altricher, H., Feldman, A., Posch, P. y Somekh, B. (2005). Los profesores investigan su trabajo: una introducción a la investigación-acción en todas las profesiones . Routledge.
Mayer, M. (1998). Educación ambiental: de la acción a la investigación. Enseñanza de las ciencias: revista de investigación y experiencias didácticas, 217-232.
Sauvé, L. (2014). Educación ambiental y ecociudadania. Dimensiones claves de un proyecto político-pedagógico. Revista científica, 1(18), 12-23.
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